Según un estudio publicado por Gartner, “en 2025, la omnicanalidad será la característica más distintiva del comportamiento de los consumidores, por lo que el 60 % de las empresas B2C tendrán que centrarse en implementar estrategias funcionales en lugar de crear una diferente para cada canal”.
El panorama del marketing cambió por completo tras el inicio de la pandemia de COVID-19, y los planes que los profesionales del marketing B2C habían desarrollado para 2020 quedaron totalmente trastocados. En uno de sus informes, Forrester señala que algunas de las consecuencias de la crisis han venido para quedarse, por lo que las empresas tendrán que revaluar sus estrategias para adaptarlas al marketing postpandemia.
A partir de ahora, la tendencia es que las estrategias de marketing B2C van a estar basadas en la localización y la fidelización, y se van a centrar principalmente en acciones dirigidas a la retención de clientes.
Según Forrester, la inversión en marketing de fidelización y retención de clientes va a crecer un 30 %, y se espera que el volumen de mensajes de marketing aumente un 40 %.
Un enfoque centrado en la fidelización
La fidelización de clientes es una importante fuente de ingresos para las empresas, que están dirigiendo cada vez más sus estrategias de marketing hacia la retención. Forrester indica que los programas de fidelización están evolucionando de manera significativa: se han desarrollado nuevos planes, y se ha pasado de ofrecer programas de fidelización basados en recompensas a concebir la fidelización como uno de los pilares de las empresas.
Esto significa que los mensajes del marketing B2C también tendrán que evolucionar. Las predicciones apuntan a que el volumen de mensajes de marketing va a crecer un 40 %, pero el riesgo de que pasen desapercibidos también será mayor. Para conseguir que estos mensajes llamen la atención de los consumidores, las empresas tendrán que recurrir a estrategias de marketing innovadoras.
Los recortes de presupuesto y la incertidumbre en torno a grandes eventos como los Juegos Olímpicos de Tokio, en los que las competiciones se han celebrado sin público, han obligado a priorizar la optimización de las estrategias. De hecho, Forrester ha señalado que la inversión en optimización de campañas va a aumentar un 3 %, y que se va a servir de la automatización para reducir el número de horas que los trabajadores dedican al análisis de datos.
Para ello, las empresas deberán decidir qué tareas se pueden automatizar a fin de que los empleados puedan centrarse en realizar actividades cuyos resultados sean cuantificables, como es el caso de la retención de clientes.
Según Forrester, “las empresas van a duplicar su inversión en estrategias de retención y a centrarse en los clientes fieles a la marca para superar la crisis en lugar de invertir en marketing de producto o de resultados”.
Estrategias cada vez más localizadas
El público objetivo de las empresas también ha evolucionado. Cada vez son más las personas que trabajan desde casa, y muchas han cambiado las ciudades por zonas rurales. Forrester señala que los profesionales del marketing van a tener que adaptar sus mensajes a estos cambios, y que vamos a ser testigos de estrategias creadas en función de la zona geográfica. Nextdoor, la red social nacida para fomentar la vida en los barrios, es el ejemplo perfecto: desde que comenzó la pandemia, su engagement ha aumentado un 73 %, lo que demuestra que los consumidores apuestan cada vez más por el contenido local.
Adaptarse o morir
Para Forrester, algunos de los cambios que se han producido en el mundo del marketing a raíz de la COVID-19 han llegado para quedarse.
Las empresas deben adaptar sus estrategias, sus mensajes y sus objetivos para seguir siendo competitivas en la nueva realidad.
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